Después de crear los procesadores ISA 110 y ISA 130 originales a finales de los años 80, Focusrite los usó como base para crear la gigantesca consola conocida como Focusrite Forté (de donde proviene la doble ‘F’ de su logo)…
En su momento, costaba más de un millón de euros y Focusrite sólo pudo permitirse fabricar dos unidades, una para Electric Ladyland en Nueva York y la otra para Master Rock en Londres. Cuando esta segunda localización clausuró sus servicios, la consola Focusrite Forté se trasladó al estudio EEl Pie de Pete Townshend.
La consola Focusrite Forté era una bestia enorme que requería cierta agilidad para alcanzar los controles de ganancia y unas cuantas zancadas para recorrerla. Pero era una mesa sublime, comparable en su sonido a Neve VR, aunque quizá menos coloreada y abierta.
Al igual que VR, se calentaba tanto que podías freír un huevo en el puente de medidores. Y aunque se grabaron grandes discos de rock con ellas, su EQ y dinámica también eran perfectas para los instrumentos acústicos.