Una nueva entrega de nuestra serie de recomendaciones, esta vez sobre una propuesta suave y relajada –toma nota de este surtido de consejos para producir ambientes perfectos…
[01] Si has incluido demasiados sonidos suaves y ambientes delicados, recurre a la yuxtaposición. The Orb, los héroes del ambient, son asiduos a esta técnica, y no se cortan a la hora de añadir elementos inesperados a la mezcla –desde guitarras chillonas o sintes atronadores hasta samples vocales ridículos–.
[02] No hace falta gastarse una fortuna en librerías de samples para conseguir sonidos impactantes: nos rodean a diario, sólo tienes que encontrarlos. Sal a dar una vuelta con un micro y un ordenador portátil –o cualquier grabador compacto– y graba sonidos del campo o de tu ciudad. Los chorros de agua corriente dan lugar a efectos bastante cómicos, ¡pero recuerda que tu equipo debe permanecer seco, aunque tú no lo estés!
[03] Las tiendas de discos de segunda mano son otro gran recurso para encontrar rarezas. Este tipo de comercios y mercadillos suelen esconder sonidos inhóspitos, a la espera de que los descubra un samplista sin complejos. Hay de todo, desde discos cargados de ruidos de máquinas hasta cuentos para niños…
[04] Los samples son una fuente de inspiración constante, pero a menudo descartarás muchos de ellos porque no encajan con el aire de tu tema a la primera. Si andas corto de ideas, dispara pequeñas ráfagas de esos samples procesados con un delay. Este método propicia magníficos ruidos abstractos que no se parecen en nada al material original.
[05] Si tus temas suenan demasiado «computerizados» porque están repletos de patches sintéticos de instrumentos virtuales, añade algunas partes de sonidos naturales o instrumentos reales. Aunque procedan de un ROMpler, compensarán ese aspecto «artificial» de tu mezcla.
[06] Las grabaciones de sonidos naturales (lluvia, olas, viento, fuego, etc) rellenan muy bien cualquier mezcla porque en esencia son ruido y, como tal, cubren una amplia gama de frecuencias. Si suenan demasiado fuertes taparán el resto de la música, pero resultan muy útiles cuando se utilizan con mesura.
[07] El ruido es una herramienta de síntesis muy práctica –si tu sinte incluye un oscilador de ruido, aplícale una envolvente de amplitud con un ataque muy rápido para crear tus propios sonidos de percusión. Producirás extraños sonidos artificiales con un toque lo-fi, que suenan geniales tratados con una buena reverb.
[08] Si utilizas sonidos muy largos y sostenidos (pads, por ejemplo), es posible que esos elementos tan estáticos perjudiquen la dinámica de tu mezcla. Altera con sutileza la afinación, la anchura de los pulsos o el corte del filtro a lo largo del tiempo y crearás sonidos más orgánicos que mejorarán y añadirán vitalidad a tu mezcla.
[09] Tienes dos alternativas para conseguir que un sample suene durante más tiempo del que dura en realidad. Al aplicar timestretching es probable que añadas anomalías no deseadas al audio, pero también tienes la opción de crear un bucle con tu sample. La mejor forma de lograr un bucle sin saltos requiere el uso del crossfade, aunque es posible recrear ese mismo efecto en el mezclador con un simple fundido automatizado entre dos pistas de audio.
[10] Si quieres conseguir un auténtico pad evocador, modula el corte del filtro con un LFO y aplica una gran envolvente al barrido. Eso añadirá mucho movimiento al sonido y hará maravillas si lo combinas con un delay.
[11] Te lo pasarás en grande si aplicas efectos de pitchshifting a tus samples de voces. Los plug-ins que incluyen algún control de formantes ayudan a conservar las características de las voces cuando las afinas, pero también sirven para transformarlas por completo. Prueba Smoky Joe, un procesador lo-fi de formantes disponible en www.xoxos.net
[12] Gracias a los últimos secuenciadores de audio, es muy sencillo recortar voces y otros sonidos rítmicos para ajustarlos al groove de tu tema. Si vas a trocear voces en tu secuenciador, amplía la vista del editor para asegurarte que el corte se produce en un punto de amplitud nula –también conocido como «cruce por cero».