Un vistazo a los conceptos y actitudes necesarios para componer con cuerdas, junto a consejos y trucos que te guiarán cuando uses tus instrumentos virtuales para la tarea…
Muchos de nosotros nos sentimos seducidos por los aspectos de la composición musical para bandas sonoras. La fusión entre el sonido y la imagen proporciona una energía en la que se basa gran parte del éxito comercial de muchos títulos en Cine o DVD, e incluso algunas producciones serie-B con argumentos endebles causan recuerdos perdurables debido a su música y a la sinergia entre las escenas y los arreglos empleados.
Quizá nunca recibamos un encargo de Steven Spielberg ni nos hagamos amigos de Jerry Bruckheimer, pero la sola perspectiva de ponerse a crear una banda sonora (aunque sea para uno mismo) intimida ya bastante –si no fuese por el “subidón” que termina siendo la experiencia cuando se afronta como es debido, no sentiríamos esa picazón de la que acabamos de hablar.
Luego está la cuestión de los distintos estilos musicales, la programación de articulaciones creíbles, y el empleo de trucos y métodos que impartan “sentimiento” a lo que tal vez no sean más que pistas en un secuenciador y presets de librería. Demasiadas complicaciones técnicas, ¿verdad?
Despejarás un poco el asunto si comienzas centrándote en la construcción de un arreglo de cuerdas medio decente. Lo que vayas aprendiendo mientras lo haces, te servirá también para otras secciones de la orquesta. De algún modo, la idea de componer para grupos de violines, violas, chelos y contrabajos nos resulta más familiar (dentro de lo que cabe) que vérnoslas con las idiosincrasias de cuernos ingleses, clarinetes-bajo o tubas. Además, las cuerdas no sólo aparecen en la música clásica o tradicional: también se asoman al pop, a la música electrónica, y otros géneros con los que quizá te sientas más cómodo.
¿Preparado para que “te demos cuerda”? Pues adelante…
Situándonos
Las partes de cuerdas orquestales casi nunca se trabajan en bloque –la primera norma es que no basta con seleccionar un patch y tocar acordes: ¡hay que currárselo un poco! Tendremos que separar la sección en cuatro líneas separadas (o cinco si empleas dos grupos de contrabajos, como se hace a menudo para un mayor grosor).
Imagínate sentado justo en mitad de un auditorio o sala de conciertos. Estáis tú y, enfrente, la sección de cuerdas preparada para tocar y deleitarte: nada más que eso. ¿Cómo se han sentado los músicos?
A la izquierda del escenario tal y como lo contemplas, están quienes se encargan de los primeros violines –el violín líder si sitúa justo al frente, controlado en todo momento por el ojo izquierdo del director de orquesta… (¡vaya, nos habíamos olvidado de él!). En la sección central-izquierda se colocan los segundos violines, y en la central-derecha van las violas. Finalmente, a mano derecha del todo tendrás los chelos, completando el semicírculo. ¿Y qué hay de los contrabajos? Si existen, los músicos respectivos se sientan a un nivel más alto tras los chelos, también en el margen derecho del escenario.
Los límites de afinación entre los distintos grupos de cuerda se superponen en realidad, pero en términos generales y según lo que hemos explicado, las notas agudas procederán casi siempre de tu izquierda, y las más graves de tu derecha.
Nuestro primer experimento consistirá en el transporte de una progresión de colchones sintéticos sobre la sección de cuerdas, de momento en forma de bloque. Escucha el primer clip de la playlist demo del comienzo, que es la parte original de pad. En el segundo fragmento se emplea el preset ‘Ensemble String’ de la librería de ‘EXS24’ en Logic. Dividiendo los acordes, y colocando las notas sobre diferentes pistas, conseguimos cuatro pistas que, conceptualmente, serán nuestros violines primeros, violines segundos, violas y chelos.
Ahora ajustamos el panorama de cada pista para acomodarlo a la situación de un grupo real de cuerdas, según la descripción que hicimos antes. Añadimos una pizca de reverb genérica, y listos. Se percibe una cierta amplitud estéreo, gracias al panorámico, y un sentido de realidad por la reverberación que simula el ambiente de una auténtica sala de conciertos. Pero aún hay muchos aspectos mejorables…
Vamos por partes
Piensa en cómo se organiza un tema o arreglo de estilo pop. La línea de voz proporciona la melodía, mientras que el resto de elementos hacen de soporte rítmico o armónico. Normalmente, cuando la voz se calla durante un intervalo, algún instrumento solista (un saxo, una flauta, un guitarrista marcándose un solo…) toma el protagonismo que antes recaía en la voz. ¿Recuerdas el gancho de cuerda mientras Britney Spears se calla en Toxic? Pues eso.
¿Qué tiene esto que ver con los arreglos de cuerda? Pues nos indica, de entrada, que los primeros violines deberían cargar con el peso de la melodía. Sobre la base de esto, mejoramos el ejemplo de la playlist demo del comienzo manteniendo el resto de sub-grupos al unísono, pero ejecutando una melodía básica dentro de la primera pista. Tampoco vienen mal los aderezos ocasionales en los segundos violines, aunque sin que anden tan ocupados como los primeros –tan sólo dejamos que se expandan un poco cuando el resto de grupos tocan una nota sostenida.
Las violas acompañan los movimientos de los segundos violines, a la vez que proporcionan cierto soporte extra. Por simplicidad, dejaremos los chelos tal cual están, aunque tampoco están prohibidas las notas de paso y otras florituras. Los contrabajos ejecutarán una línea idéntica a la de los chelos, pero una octava más abajo.
Escucha cómo vamos aplicando todo esto en la playlist demo del comienzo. Al finalizar, nuestro arreglo insulso en modo de bloque ha adquirido bastante movimiento y también realismo. Incluso mejora con algunos cambios de dinámica (empleamos, cómo no, un teclado MIDI sensible a la velocidad). La mayoría de ROMplers actuales distribuye cantidades ingentes de muestras orquestales en distintas capas de velocidad, así que resulta esencial que dispares los sonidos con tanta expresividad como tu teclado o controlador te permitan.
Vaya, se nos agota el espacio… Pero nos quedaremos satisfechos si recuerdas lo siguiente: las secciones de cuerda son organismos vivos. Cuentan con una carga dinámica y emocional que dota de interés y tensión a casi cualquier propuesta audiovisual –hasta el punto de hacernos derramar más de una lágrima. Aprovecha todo ese potencial mimando tus arreglos y construyéndolos de forma consecuente y sensible. ¡Hay cuerda para rato!
Los instrumentos en una sección de cuerdas son elementos adaptables y con los que pueden practicarse un sinfín de articulaciones y estilos de ejecución. El arreglo descrito en el texto principal se basa en un estilo legato, donde las notas se suceden de modo delicado y continuo. Pero otra forma interesante de tocar es en modo pizzicato, donde los arcos reposan y en vez de frotar las cuerdas, éstas se pellizcan. Esto genera una atmósfera y una reacción emocional totalmente diferentes, siendo curioso que valgan igual para un drama que para una comedia.
Este modo de ejecución facilita la construcción de pasajes musicales algo inquietantes y con un cierto sentido rítmico. Conmutando entre legato y pizzicato, se puede reducir la complejidad y el agarrotamiento en cualquier arreglo, en beneficio de una mezcla más nítida e interesante. En la partitura Tristan de la banda sonora de Stardust, un oboe y un dúo de cuernos se hacen acompañar de una sección de cuerda. Las colisiones entre rangos de frecuencias se evitan hábilmente –las cuerdas más agudas ejecutan pizzicatos que completan la armonía de las voces solistas, pero los chelos y contrabajos se mantienen en legato. Así se logra una combinación perfecta entre melodía y armonía. Tienes un ejemplo similar en la playlist demo del comienzo.
Los ROMplers más caros aportan tres ventajas fundamentales: la primera es un sonido más claro y detallado, gracias al empleo de grabaciones minuciosas capturadas en entornos exquisitos. En segundo lugar, suelen proveer más capas de velocidad y un rango dinámico bastante más amplio. Por último, incluyen estilos de todo tipo, e implementan la conmutación entre modos y articulaciones de forma más satisfactoria e intuitiva.
Pizzicato y legato son sólo dos de los estilos de ejecución que pueden considerarse en los arreglos de cuerda. Otros que seguramente habrás oído mencionar son: marcato, tremolo, martele y col legno. En algunos libros de texto sobre orquestación, y también en ciertas guías básicas sobre música orquestal, obtendrás más detalles sobre su significado y aplicaciones. Algunas librerías económicas los consideran, pero está claro que las más costosas ofrecen un grado adicional de realismo, así como una mayor capacidad de personalización.
Los paquetes con un precio de venta más reducido se usan mucho en instituciones educativas o conservatorios de música, dada su inmediatez y la posibilidad de emplearlos en ejemplos sin demasiada parafernalia y sin que haga falta un mega-PC o Mac para albergarlas y ejecutarlas. Para un productor amateur o semi-profesional, son quizá la opción más razonable.