Estos bellos altavoces híbridos de alta tecnología, creados con un diseño ultradelgado, funcionan de una forma similar a un micrófono de condensador…
Su estructura incluye dos placas metálicas y una lámina tensada de plástico, unidas en forma de sandwich: las dos placas exteriores, rígidas y provistas de múltiples orificios, constituyen el condensador. La placa interna, que es mucho más delgada, se comporta como el diafragma.
El funcionamiento electroestático se produce al aplicar una señal eléctrica a las dos placas externas que forman el condensador, las cuales generan un flujo magnético variable que hace que el diafragma interno vibre. Cada placa del condensador tiene una tensión opuesta a la otra. La vibración del diafragma genera el sonido, y éste es emitido a través de los pequeños orificios de las placas, hacia delante y hacia atrás, pero no a los lados. Es decir, la energía sonora irradiada adopta una forma de ocho, con un lóbulo delantero en oposición al trasero y dos zonas laterales “sordas”.
A pesar de su llamativo diseño y funcionamiento aparentemente complejo, los altavoces electroestáticos comenzaron a ser fabricados a partir de 1950. Entre sus desventajas podemos apuntar su dificultad y el alto coste de fabricación, su imposibilidad para reproducir frecuencias graves (de ahí su dotación con un subwoofer que les sirve de base), y la gran superficie que necesitan para obtener una relación interesante de presión sonora.
Este vídeo de la serie Así Se Hace de Discovery Max te muestra un resumen del proceso de fabricación de los altavoces electroestáticos Montis de Martin Logan (por cierto, una pareja de este modelo cuesta más de 11.000€).