El rey indiscutible de los efectos vocales es el vocoder. Como ya sabrás, la cavidad bucal imparte un timbre característico a nuestra voz, que es justo lo que determina uno de nuestros atributos como seres individuales y únicos.
Los pedales talkbox y los vocoders aprovechan el concepto para una simbiosis inspiradora entre lo humano y lo técnico o artificial…
La diferencia entre un talkbox y un vocoder reside en que la señal que modula el sonido es en el primer caso una magnitud física, siendo en el otro caso de naturaleza eléctrica (suele proceder de un micrófono). En estos artilugios, la voz no genera el sonido propiamente dicho –eso corre a cargo de un sinte en el caso del vocoder. La voz actúa sólo como control.
El sonido concreto del sinte influirá mucho más sobre el resultado que el timbre de tu voz –un alivio para quienes no estén conformes con lo que le dieron sus papás–. Una regla de oro aquí es que las palabras deben permanecer inteligibles. Así, al trabajar con vocoders, concentra tus esfuerzos y retoques sobre las frecuencias medias (1-4kHz), y busca una amalgama óptima entre la componente humana y la sintética.