Musicalmente, ¿sirve más el sampling que la adopción de poses extrañas? Veamos algunas consideraciones…
La cantinela popularizada sobre el muestreo, iba así hace algunos años: “el sampling de fragmentos musicales ejecutados por otros artistas no es ético ni legal: constituye un robo y punto”. Pero hoy, la queja no se centra en la moral sino en la economía –con tal de que asumas el coste de tus “préstamos musicales”, podrías llevar adelante y bien saneadas tus propias cifras.
Aún así, sé cauto con el sampling en cualesquiera contextos de lanzamientos comerciales: si has introducido un sample de otro músico o grupo en tu tema musical, y éste acaba vendiéndose por miles (créenos, esto es posible), lo más probable es que al coste previo de aclarar el copyright del fragmento, tengas que añadir otro porcentaje por cada uso de la música donde lo embutiste.
Al final, la situación que se genera acaba siendo como una bola de nieve, y de pronto, notas que tu sudor no ha valido de nada, ya que no logras ver ni un solo céntimo de aquello que tú pensabas que acabaría siendo una máquina de hacer dinero.
Cuando el sampling sí conduce al éxito
De vez en cuando, algunos tienen suerte y terminan con muchos dividendos en Miami o cualquier otro paraíso para adinerados. En su tema Bitter Sweet Symphony (vídeo sobre la imagen superior), el grupo The Verve incluyó una muestra aclarada de The Last Time (un tema ejecutado por The Andrew Oldham Orchestra, que a su vez, es un arreglo sinfónico de una vieja canción de los Rolling Stones).
El atrevimiento les costó una pequeña fortuna a los británicos Richard Ashcroft, Simon Tong, Peter Salisbury y Simon Jones, acusados de ir más allá de los términos de la licencia negociada, y encima perdieron todos los derechos sobre el resultado. Sin embargo, dicho single tuvo tanto impacto en 1997 que colocó a la banda en el primer plano de la escena musical centrada en el britpop. El álbum asociado, Urban Hymns vendió millones de copias, así que en el fondo, la moraleja es que The Verve salieron ganando en cierto modo.
Cuando la creatividad es el fin último en el empleo del sampling, la ley deja de tener sentido, porque no es posible legislar la genialidad…
El uso de samples de música comercial para tus producciones, aunque sean lúdicas, nunca es una buena táctica: no podrás asegurarte de que dichas muestras no acaben formando parte del alma de tus temas, y si los difundes en la Red, perderás el control de hasta dónde sonarán. Ante estas situaciones la reconstrucción inspirada de frases, sonidos y grooves siempre puede ser una salida opcional a la que puedes recurrir en cualquier momento.
Después de todo, el sampling es una poderosa herramienta de reciclado sonoro que permite alcanzar cotas insospechadas a partir de cualquier materia prima. Cuando la creatividad es el fin último en el empleo del muestreo, la ley deja de tener sentido, porque no es posible legislar la genialidad.