Los artistas exigen que se actualice la ley del copyright y los derechos de autor -analizamos cómo afectan unas leyes anticuadas de propiedad intelectual a los artistas en la era digital…
Cerca de 180 músicos reconocidos -entre los que se encuentran Paul McCartney, Elvis Costello o Taylor Swift-, enviaron al Congreso de los Estados Unidos una solicitud reclamando imperiosamente una reforma de la Digital Millennium Copyright Act. Esta normativa que regula los derechos de la propiedad intelectual, tiene ya más de 20 años. Y precisamente, el principal problema radica en que el panorama de la industria musical y audiovisual de hace dos décadas, difiere y mucho del que tenemos hoy día. Las circunstancias del negocio del espectáculo, la música, el Cine y la tecnología, han cambiado radicalmente en los últimos años, dando lugar a nuevas formas de mercado.
Por este motivo, los que firman este documento solicitando la reforma urgente de esta regulación, denuncian que las normas de la propiedad intelectual contempladas en la actual legislación han quedado obsoletas y no se ajustan a las necesidades actuales ni a la realidad del mercado. Y no sólo eso, sino que en la petición enviada al congreso, también se denuncia que las leyes vigentes favorecen, de forma excesiva, a las compañías tecnológicas y perjudican de forma notoria a los artistas. En este sentido, los ingresos recibidos por los artistas en concepto de la explotación digital de su música, han descendido de forma abrupta durante los últimos años.
Este reparto desigual de los beneficios da como resultado un hecho cuanto menos injusto y es que se traslada el valor del producto y su creación, de los artistas a las empresas intermediarias…
En Europa, si bien se dan algunas diferencias, la polémica gira sobre el mismo tema. Es por este motivo, al que además se suma el acoso ejercido por algunos grupos poderosos e influyentes de la industria, que la Unión Europea ha decidido tomar cartas en el asunto. Ya están desarrollando un plan para la creación de un Mercado Único Digital que, de alguna forma, venga a poner orden en todo esto.
El comisario de Economía y Sociedad Digital, Günther Oettinger, tiene unos objetivos muy claros que consisten en unas medidas legislativas ambiciosas que conduzcan hacia un mercado único digital. Éste ayudaría a renovar las leyes anticuadas y ambiguas que regulan las telecomunicaciones, los derechos de autor, la protección de datos, la gestión de las ondas de Radio y la aplicación de la ley de competencia.
Internet, una selva de contenidos
Uno de los protagonistas en esta marea de conflictos es, sin duda, el popular sitio web, reproductor en línea y alojador de contenidos, YouTube. Esta plataforma se encuentra amparada por lo que se conoce como “puertos seguros” (safe harbors), que son preceptos legales o reglamentos que intentan reducir la incertidumbre generada por determinadas cuestiones que podrían resultar ambiguas.
En esta línea, la Digital Millennium Copyright Act, normativa que hemos mencionado más arriba, se basa en safe harbors para validar sus disposiciones. Estos puertos seguros intentan proteger al proveedor de servicios en Internet de las consecuencias que pudiesen tener las acciones de sus usuarios. En el caso concreto de YouTube, dichas disposiciones permiten que este tipo de sitios web puedan ser considerados como simples alojadores de contenidos, pasivos, y que al no tratarse de proveedores, nunca toman parte en la gestión de los mismos. Lo que les exime de cualquier responsabilidad final sobre el uso y disponibilidad de los contenidos protegidos que los usuarios suben.
La nueva legislación intentará regular un asunto que es muy complejo, consecuencia de la gran cantidad de intereses económicos enfrentados en un entorno que evoluciona demasiado rápido, y donde cada una de las partes -la industria por un lado y los artistas por el otro-, luchan por defender sus actividades. Aún no sabemos cómo afectará esta nueva legislación al mercado de la industria musical, los derechos de autor y las nuevas tecnologías. Lo que sí está claro es que las partes deberán llegar necesariamente a un entendimiento, ya que se necesitan mutuamente.