Seguro que cualquiera de nosotros tiembla al ponerse a pensar en una posible pérdida de la capacidad auditiva.
La mayor parte de los problemas relacionados con las perdidas auditivas se asocia con la edad -se engloban dentro de la llamada presbiacusia, que suele conducir a la hipoacusia, es decir, una pérdida binaural y progresiva que lentamente acaba afectando de una forma simétrica a los dos oídos que nos dieron nuestros padres.
Pero no sólo la edad es causante de los problemas auditivos. También hay desencadenantes genéticos, ambientales (la audición continuada de niveles excesivos) y otros relacionados con enfermedades cardiovasculares, meningitis, diabetes, lesiones en la cabeza, perforaciones del tímpano o trastornos autoinmunitarios… ¡Uff!
¿Cómo protegerte frente a la pérdida de audición?
La presbiacusia ocasiona una pérdida auditiva y progresiva, que primero afecta a la sensibilidad ante las frecuencias agudas y acaba reduciendo progresivamente la captación de las frecuencias restantes.
Los médicos aconsejan que las personas mayores de 50 años se sometan a revisiones auditivas, pero también extienden la recomendación a los individuos que puedan tener una predisposición genética o de herencia familiar. La intención de esas revisiones es detectar la posible patología para tratarla de la mejor forma, antes de exponerse a una pérdida profunda de la capacidad auditiva.
Los especialistas en Otorrinolaringología valoran el historial clínico del enfermo, estudian el oído usando técnicas de otoscopia, y realizan audiometrías tonales y verbales en busca de cuadros característicos de las enfermedades.
Según parece, la Medicina lo tiene difícil para prevenir esta enfermedad auditiva, pero sí es capaz de influir en su desarrollo, modificando sobre todo los factores ambientales ya comentados, es decir, controlar la exposición al ruido, la diabetes en caso de presentarse, o reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares.