«Mezclar dentro de la caja» (in the box), sólo con software, es la técnica de producción con DAW más extendida. Pero hay ajustes de dicha filosofía que pueden mejorar tus producciones…
Aún de forma inconsciente respecto a la evolución histórica o el propio concepto, seguro que hoy te encontrarás «mezclando dentro de la caja». Ya sabes, dicha expresión hace referencia a la práctica de realizar una mezcla multipistas utilizando sólo un mezclador software.
Y para comprender mejor esto, conviene que hagamos un poco de historia sobre la grabación multipista, sus métodos, técnicas, y el hardware relacionado.
Los principios siempre prácticos de la mesa de mezclas
Los grabadores de audio multipistas de cinta (y más tarde los grabadores digitales y sobre disco duro) se diseñaron en principio para trabajar junto a una gran mesa de mezclas. Es así que la mesa gestionaba todas las entradas de voces e instrumentos, más los envíos y retornos de efectos, aportando conexiones de entrada y salida para cada pista del grabador.
Y llegado el caso de realizar la mezcla final a un máster estéreo, se reproducían las pistas del grabador a través de la mesa de mezclas, y se capturaba la salida estéreo de la mesa sobre un grabador especial «de mástering» en dos pistas.
En los albores de la grabación con ordenadores, se adoptó la misma metodología, sólo que el grabador de cinta fue sustuido por el ordenador. Sin embargo, los ingenieros de los estudios seguían utilizando la mesa de mezclas igual que antes. El ordenador ya estaba al límite de su capacidad, grabando y reproduciendo varias pistas, así que no tenía que realizar ninguna tarea de mezclas.
Irrumpe el estudio virtual de la mano de Steinberg
Conforme progresó la informática y el software de audio, empezó a resultar más práctico que el propio ordenador asumiera las mezclas. De este modo, al evitar la necesidad de una cara (y voluminosa) mesa de mezclas, mucha más gente pudo plantearse la idea de montar su propio estudio personal.
Había nacido el «estudio virtual», y el software Steinberg Cubase 3.5 (1996) fue la materialización más clara del concepto, aunque unos cuatro años antes, Cubase Audio ya había establecido los fundamentos.

La mezcla in the box nació frente a las complejidades y el alto coste del hardware
Algunos estudios profesionales siguieron utilizando el ordenador sólo para grabar, editar y reproducir varias pistas, encaminando las entradas y salidas de pistas a través de una mesa de mezclas.
Pero esta forma de trabajar resultaba muy costosa aunque dispusieran de un mezclador de alta calidad, porque hacía falta una tarjeta de sonido que ofreciese una entrada y una salida de alta calidad para cada pista.
Un estudio de 24 pistas necesitaba una tarjeta con 24 entradas y 24 salidas (E/S), y un estudio de 48 pistas, ¡justo el doble! Todo eso multiplicaba los costes y la complejidad del sistema (cables, patchbays, y demás); de modo que muchos estudios abandonaron sus mesas de mezclas y se acabaron rindiendo al mezclador software. De ahí viene el término «mezclas dentro de una caja».
Una disquisición un poco vieja ya –y más que superada
Esta práctica de las mezclas in the box generó intensas discusiones en el arranque del Siglo XXI. Algunos usuarios aseguraban que «mezclar dentro de una caja» producía resultados ideales, sin la menor degradación del audio.
Pero sus oponentes replicaban que el software generaba sonidos «más fríos», y por tanto siguieron usando mezcladores hardware de alta calidad.
En este sentido, la calidad del mezclador era fundamental. Y es que si el mezclador no ofrecía un sonido excepcional, su ventaja era insignificante –o peor aún, producía resultados inferiores a los obtenidos con un mezclador virtual.
Los sumadores analógicos llegaron, y siguen marcando una diferencia
Este renovado interés por mezclar con hardware propició más tarde el desarrollo de un innovador tipo de dispositivos. Eran unas «cajas de mezcla» especiales que suministran cierto número de entradas (a menudo 16), y dos salidas. Y hoy siguen estando disponibles bajo el nombre de sumadores analógicos.
Dichas unidades funcionan como un mezclador básico, pero sin controles de nivel, para combinar cada par de entradas hacia una salida estéreo global.
En el catálogo de nuestros amigos Funky Junk, ofrecen los sumadores Neve 8816, SPL MixDream y API ASM164, entre muchos otros. Son modelos de referencia en el mercado sobre ese concepto de hardware de altísima calidad.
Un método de uso del sumador analógico (hay otros, también)
Hay que conectar las salidas de la tarjeta de sonido o interface de audio a cada entrada del sumador analógico, y devolver la salida estéreo de éste a la tarjeta o el interface; y es también necesario que el mezclador de tu software DAW esté configurado con varios buses de submezcla estéreo, y que cada bus esté conectado a un par de salidas distintas de la tarjeta y/o el interface de audio.
Para la mezcla final, es posible encaminar (routing) varias pistas relacionadas –instrumentos de batería, o capas de voces–, a cada una de las submezclas; y a su vez, todas las submezclas se mezclarán en el sumador analógico para formar un máster estéreo definitivo. El objetivo es que el equipo hardware (de «mejor calidad») realice los aspectos más críticos de la mezcla.
El necesario factor de calidad en el interface de audio
Obviamente, esa aproximación de uso es sólo una de las posibilidades de trabajo con un sumador analógico; y es lógico que requiera interfaces de audio y/o tarjetas de sonido con unos convertidores de altísima calidad para tener algo de sentido práctico y cierto valor lógico en su empleo.
Este enfoque engloba «lo mejor de los dos mundos«. Esas cajas de mezclas hardware no son baratas, pero son mucho menos caras que una consola de mezclas de alta calidad con factor de estudio.
Claro que, por supuesto, también podríamos discutir si de verdad es necesario trabajar de esta manera. Coméntanos tus ideas e impresiones más abajo sobre estos métodos, o la aproximación que tú mantienes para tus proyectos de mezcla.