Lo habrás oído más de una vez: si tus temas no incluyen algún gancho musical, no tendrás éxito con ellos…
Veamos qué es exactamente eso del gancho musical (los guiris lo llaman hook), y dónde puedes comprar media docena de ellos. La verdad no puede ser más sencilla, pues el término se refiere a cualquier elemento pegadizo o memorable en tu música, que logre hacer que tu público quiera escuchar tu tema una y otra vez.
En principio, cualquier “puntazo” en una producción valdría como gancho musical, incluso si suena mal, bajo una óptica purista. La remezcla Crazy Frog sobre el clásico Axel F de Harold Faltermeyer (1984), fue un auténtico revulsivo en 2006, aunque su autor no habría superado una prueba de alcoholemia… El estribillo en Girlfriend de Avril Lavigne es otro de esos fragmentos adictivos –¿pensabas que sólo a tu abuela se le daba bien el “ganchillo”? La línea de bajo en In Da Club de 50 Cent, la batería en Song 2 (Blur)… podríamos citar miles de ejemplos más de los ansiados music hooks.
El polimorfismo del gancho musical
Desde una melodía cautivadora, un sonido curioso, una alegoría sonora a un hecho importante, un patrón rítmico con groove, un sample o un fragmento vocal -con todo lo que se te ocurra por el camino-, la naturaleza de un gancho musical puede adoptar cualquier forma, siempre que logre quedarse en la mente colectiva y generar ríos de atención.
La idea está muy presente en el mundo del márketing y la publicidad, y seguro que recuerdas decenas de anuncios que se convirtieron en focos populares de atención gracias a la chispa y sagacidad de sus creativos, que convirtieron el seguimiento popular en ventas millonarias. Trasladado al plano de la música, digamos que la finalidad del gancho musical es la misma, y sus procedimientos, bastante similares a los comentados.
Pero conviene ir con algo de cuidado: es recomendable que no introduzcas demasiados imanes sonoros en tus creaciones, o acabarás mareando a tus oyentes. En el contexto de un álbum, quizá sólo deberías jugar con uno o dos hooks a lo sumo en el mismo número de temas, para no convertir tu trabajo en un ejemplo antagónico del fenómeno. Un único gancho musical bien diseñado, de hecho, se enroscará en los cerebros de tus oyentes y los convertirá en tus esclavos… ¡bueno, casi!