Sobre los grandes e intrincados beats, la melodía subyace, orgánica, visceral y penetrante…
Cuando concibes temas de electrónica melódica, el objetivo es proporcionar música que ofrezca algo más allá del placer visceral procedente de la combinación de breaks con texturas meramente sintéticas. Algunos críticos y analistas musicales incluyen este género dentro de la vanguardia pop más reciente… ¿No te parece contradictorio? –la melodía vista como el último grito musical…
Esta segunda juventud de las melodías a cargo de los sintetizadores incomoda a muchos. Y es que, ¿cómo inventas una frase que capte la atención? Consejo: ejecuta notas repetidas e intervalos sobre un ritmo regular. Parte de lo simple y añade detalles a medida que tus dedos (y tus oídos) se hagan a la idea. Piensa en términos de preguntas y respuestas, o refleja estados de ánimo: melodías cantarinas, solemnes, reflexivas, distantes, desenfadadas…
El groove no sólo se carga en las bases y los beats
Normalmente, no llegas a ninguna parte si no incorporas un cierto grado de groove: el alma de la melodía, eso que hace que se te pegue al cerebro. En el caso de los estilos electrónicos, los burbujeos, los chirridos y las desfiguraciones del sonido son una bendición y una maldición a la vez: proporcionan rasgos y acentos interesantes para tus melodías, pero son trucos que no deberían usarse sólo “porque sí”. La precaución es lo que llevó a Björk a inundarnos con experimentos concurrentes, mientras mantenía la voz solista casi sin tocar. Le funciona, así que anótalo en tu bloc de ideas.
Hablamos, además, de un género musical que admite la presencia ocasional de instrumentos reales. La guitarra acústica es un candidato obvio –Monologue de Takeshi Nishimoto (sobre la imagen superior de apertura) es un muestrario de ideas melódicas, que mantiene más en común con la electrónica de lo que cabe imaginar.
Una ventaja de este estilo es que dispones de un rango mayor para las distorsiones repentinas y los asaltos lo-fi sin previo aviso: en otros estilos más enrevesados, como el drum ‘n’ bass, las bases incorporan tantos tratamientos que apenas queda nada nuevo para ofrecer en mitad del tema. Otra ventaja es que no necesitas montañas de equipos ni plugins muy sofisticados: te basta con algunos samples de batería y un par de softsintes básicos.
Cuando dos melodías suenan mejor que una
Si además de la melodía principal que sustenta tu tema, se te ocurre otra por el camino, incorpórala: la única condición es que se ajuste a la secuencia de acordes predefinida. Así contarás con una especie de estribillo alternativo para cuando no sepas hacia dónde dirigirte. Otra opción sería usarlo como puente según los cánones, ocho compases diferentes tras los que se regresa al motivo original. La variedad controlada consolida el resultado y hace que suene más profesional.
Un efecto que emerge gradualmente en una melodía, suena bien diferente de un cambio instantáneo en timbre, tono, volumen o cualquier otra característica…
Tácticas melódicas
Es vital que los sonidos de electrónica melódica evolucionen, para introducir un dinamismo que combina de maravilla con las melodías sinuosas y cautivantes. La automatización sobre timbres sintéticos y efectos puede insuflar vida a nuestros primeros intentos. Pero vamos a sugerirte ahora otros modos de añadir variedad: el primero es combinar técnicas y velocidades diferentes, pues un efecto que emerge gradualmente, suena bien diferente de un cambio instantáneo en timbre, tono, volumen o cualquier otra característica.
Un ritmo regular para tu melodía es imprescindible si deseas que el tema funcione y que capte la atención de tus oyentes, lo que no significa que deba sonar monótono o repetitivo –escucha Eple de Röyksopp (a continuación), donde la locura melódica se tolera gracias a un buen patrón rítmico. Aprovecha la rueda de pitch-bend y los datos de control MIDI CC para introducir ruiditos, variaciones y sorpresas en medio de cada frase musical.
Piensa en el modo en que muchos temas clásicos del trance emplean los acordes: en su Madagascar (1999), Art Of Trance nos demostraban que, en ciertos casos, los motivos a base de acordes breves cautivan mucho más que las melodías monofónicas (tenemos el vídeo al final del texto). Hay una parte solista, claro, pero es la armonía lo que destaca realmente.
El empleo de sintetizadores modulares en forma virtual, como Korg iMS20, Arturia Modular V o AAS Tassman, por ejemplo, asegurará evoluciones del timbre llenas de carácter para que consigas un tema “silbable”. A primera vista, el que tu música se base sobre todo en la melodía podría parecerte algo cursi, pero creemos que tu público lo agradecerá más que si les bombardeases con un enésimo guirigay sintético, impecablemente producido, pero sin alma…