El País y Vodafone nos abren una ventana hacia un futuro cercano de música en el Espacio…
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Englobado en su sección de tecnología El Futuro Es Apasionante de Vodafone, el diario El País hoy se hace eco de la visión futurista de Marc Marzenit y Albert Barqué-Durán para su proyecto The Zero Gravity Band. Se trata de una propuesta cuya intención es «reflexionar y teorizar sobre cómo la producción artística y la percepción de las obras está influida por las fuerzas gravitatorias». Pero quizá la nota más pintoresca se centre en su investigación sobre cómo podría ser la creación de música en gravedad cero.
De alguna forma, eso nos recuerda a la genialidad que el astronauta Chris Hadfield tuvo a bien realizar al despedirse de su estancia de cinco meses en la ISS, la Estación Espacial Internacional, que le llevó a grabar una versión muy peculiar del célebre tema Space Oddity de David Bowie. Y ya te imaginas, si es que no lo sabías, que esa acción se convirtió en un éxito de YouTube con millones de reproducciones que se mantienen en constante crecimiento.
La música en gravedad cero podría reflejar sensaciones desconocidas
Pero la implicación de este estudio quizá vaya más lejos de lo obvio, dejando a un lado sus notas de quasi-Ciencia Ficción. Uno de los propios autores, Barqué-Duran, comenta a El País que su intención consiste en «explorar cuáles podrían ser las posibles implicaciones culturales que surgirían tras esa idea de viajar para vivir a otros planetas». Y es que no deja de ser excitante imaginar cómo evolucionaremos en nuestra mentalidad de especie cuando, algún día, tengamos la tecnología para abandonar nuestro planeta y colonizar otros mundos.
Los integrantes de The Zero Gravity Band nunca han viajado a la ISS y no es probable que lo hagan –pero sí comparten con el astronauta canadiense Hadfield la misma pasión por la música. Por un lado, Barqué-Duran es investigador y artista de la Universidad de Londres, al tiempo que Marzenit es muy popular en la escena electrónica nacional, con sus destrezas como músico, ingeniero y productor. Y ambos tuvieron suerte al conseguir que la Fundación Quo Artis se prestase a producir su concepto de banda musical extrema, que también da cabida al trabajo de otros artistas. Después de todo, un vuelo parabólico en un avión especial que permita alcanzar unos segundos de microgravedad, no es algo que podamos disfrutar con el abono de transportes de nuestra ciudad.
Esos segundos de éxtasis microgravitatorio no tienen nada que ver con nuestras maratonianas sesiones de horas en el estudio…
Esa situación de microgravedad, que otros viajeros han empleado para hacer peripecias con monopatines, o que incluso el mismísimo Stephen Hawking disfrutó en vida, permitió a nuestros dos protagonistas experimentar cierto nivel de interpretación sonora con una atracción gravitacional cercana a cero. Obviamente, esos segundos de éxtasis microgravitatorio no tienen nada que ver con nuestras maratonianas sesiones de horas en el estudio, pero menos da una piedra, sobre todo cuando hay además toda una parafernalia de anécdota científica en pro de no sabemos qué intenciones de márketing, eso seguro.
La combinación mágica de música, sonido y Espacio ha suscitado no pocas noticias de un enorme interés social, conectadas íntimamente con la tecnología y la electrónica. Como cuando la NASA presentó la grabación más lejana a bordo de la sonda Voyager 1, o difundió el sonido de los planetas del Sistema Solar, y que obedeciendo a la lógica de la Física, son en realidad traslaciones de frecuencias propias de ondas electromagnéticas al ámbito audible por nuestro oído.
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