Rememoramos la ciencia e historia que subyace a uno de los efectos más reverenciados y emulados de todos los tiempos: Roland Space Echo…
En negro, verde, plata y rojo, se aprecia en incontables estudios, locales de ensayo, y salas de conciertos una polvorienta y arañada máquina. Con sus luces, medidores, y enormes knobs metálicos, es como un instrumento militar preparado para infligir el máximo daño. Parecía un arma secreta y para muchos productores lo era.
RE-201 Space Echo, sensaciones llegadas del Espacio
La máquina de la que hablamos es uno de los productos más queridos de Roland: Space Echo (en concreto el modelo RE-201). Los músicos siempre han estado al frente de la exploración tecnológica y cultural al retar las normas sociales, re-contextualizar las ideas clásicas y hacer avanzar las fronteras estéticas.
En la música electrónica esta exploración tecnológica y cultural es aún más simbólica pues los instrumentos se diseñan para generaciones que sueñan con viajes espaciales…
Aunque sólo fuera porque Space Echo hizo que los estudios se parecieran a los centros de control de la NASA o el Programa Espacial Soviético, se entendería por qué se ve por todas partes, pero su sonido es aún más icónico que su diseño.
El concepto es simple: una máquina que hace que los sonidos se oigan un poco más tarde y suenen como si estuviesen muy lejos. Estos dos efectos básicos (echo y reverb) ofrecen a músicos y productores herramientas valiosas para crear ritmos, patrones, profundidad espacial, y efectos especiales en grabaciones y actuaciones en directo. Desde su salida a principios de los 70, RE-201 –unido a echo de cinta y reverb a muelles– fue el producto favorito de músicos vanguardistas como Pink Floyd, Brian Eno, y Kraftwerk.
Hacia finales de los 70, Space Echo había cruzado el Atlántico y parecía que ningún cantante reggae se atrevería a coger un micro sin antes empaparse de unos atronadores echo y reverb. En los 80 y 90, triunfaron unas formas más realistas de delay y reverb, pero sólo lo justo para preparar el camino al fuerte regreso de Space Echo en estos últimos años. Ya sea por la frecuencia con la que este efecto se oye en las grabaciones clásicas, o sólo por estar bien diseñado, el sonido de RE-201 se reconoce al instante, aunque se fusiona sin fisuras en la mezcla cuando colorea un instrumento o provee de un anhelante feedback a toda una canción.
Echo en la era de la cinta
Un instrumento se hace clásico a veces por ser el primero que crea un cierto sonido o efecto. Más a menudo, las unidades honradas por el paso del tiempo no abren nuevos caminos, sino que unen técnicas pre-existentes de forma práctica, útil, y asequible al gran público. Space Echo es un buen ejemplo de esto: un efecto que automatizó los trucos de los ingenieros de grabación y los convirtió en un producto que podían usar una y otra vez en un estudio o escenario.
El eco es un hecho autóctono de la percepción humana, pero hasta que se inventaron la grabación de sonido y, más en concreto, la cinta, no existió un modo efectivo de emular y manipular el sonido reflejado a través del espacio. El uso no convencional de la cinta abrió muchos caminos en la música popular y experimental. Creó éxitos y construyó carreras musicales, pero los nuevos sonidos que procedían de la cinta eran revolucionarios, sobre todo por ser difíciles de lograr.
En la música pop, el eco de cinta apareció junto a la propia cinta, pero era difícil de recrear. A principios de los años 50, pioneros como Les Paul y Joe Meek usaban la distancia física entre los cabezales de grabación y reproducción para crear un eco de tipo slapback. También usaban sistemas hechos de muelles y placas metálicas para crear reverb artificial. Eran efectos increíbles, aunque para crear esos sonidos, Paul y Meek tuvieron que construir sus propios equipos. Incluso cuando las pletinas se empezaron a fabricar en grandes cantidades, era caro comprar otra máquina sólo para crear eco.
Más allá del famoso tema Revolution #9 de The Beatles, artistas como Pauline Oliveros, Steve Reich, y el dúo formado por Robert Fripp y Brian Eno sacaron el bucle de cinta del laboratorio y lo usaron para tocar en tiempo real…
En la música académica y experimental, al principio los músicos e ingenieros que trabajaban con cintas se centraron en la edición: cortaban los sonidos, los arreglaban, cambiaban su velocidad, y los regrababan, pero a mediados de los 60 el bucle de cinta se erigió en una potente utilidad para componer y tocar. Más allá del famoso tema Revolution #9 de The Beatles, artistas como Pauline Oliveros, Steve Reich, y el dúo formado por Robert Fripp y Brian Eno sacaron el bucle de cinta del laboratorio y lo usaron para tocar en tiempo real.
Lo hacían troceando cinta de ¼” y añadiéndola a un bucle para grabarla y reproducirla en una o más bobinas de cinta. Los bucles cortos creaban inesperados patrones rítmicos, y los mayores apilaban muchos sonidos en un período largo de tiempo. Eran sonidos rompedores y, además, un bucle de cinta de unos seis metros circulando entre máquinas sobre un escenario producía un gran impacto visual. Pero esa técnica se prestaba mejor a actuaciones experimentales y requería un equipo y planificación considerables.
En 1959, Maestro unió el bucle de cinta, el control de velocidad, y la mezcla necesaria para crear slapback y echo de cinta en vivo en una máquina de efectos llamada Echoplex. Durante los 60 hubo dispositivos similares, pero al añadir una unidad de reverb a este diseño, varios cabezales en diferentes combinaciones, y un sencillo mezclador y ecualizador, Roland RE-201 permitió un control y fiabilidad sin precedentes, además de la riqueza armónica de efectos echo con una reverb incrementada.
Cambios espacio-temporales
En el espacio acústico, el eco sucede al viajar el sonido desde un punto y reflejarse en una superficie, conservando bastante energía original y con un amortiguamiento relativo. La reverberación es el sonido de esas vibraciones iniciales que regresan con gran parte de su energía, pero de forma difusa tras rebotar en múltiples superficies y direcciones. El diseño de Space Echo sugiere sonidos volando por el Sistema Solar, pero donde mejor queda es capturando el sentimiento y carácter de espacios interiores, desde pequeñas habitaciones a salas resonantes.
Tocar en una habitación gigante hace que la música suene enorme e impresionante, pero es difícil lograr ese efecto en los estudios de grabación, que suelen ser espacios pequeños.
Para los dueños de esos estudios, Space Echo prometía hacer que incluso los estudios más pequeños sonaran enormes. Además, era un sonido que cambiaba con sólo ajustar varios knobs e interruptores. Para crear el sonido de un gran espacio interior, RE-201 traslada el sonido a los medios físicos y usa el movimiento de esos medios. Para la porción de cinta del efecto, se graba una señal entrante en un bucle que se mueve de forma constante y gira por una bobina y sobre varios cabezales. El cabezal de grabación simula el momento en el que se crea un sonido y se envía, sólo que en vez de ser consumado por las vibraciones del aire, el sonido se mueve sobre la superficie de la cinta.
RE-201 añadió cabezales adicionales para simular sonidos que rebotaban de varias distancias, y su interruptor de 11 posiciones mezclaba las señales de estos cabezales con reverb para crear diferentes efectos rítmicos…
La velocidad de la cinta y la distancia entre los cabezales de grabación y reproducción fijan la rapidez con la que el sonido vuelve a oírse. Este proceso era posible en los primeros ecos de cinta, pero RE-201 añadió cabezales extra para simular sonidos que rebotaban de varias distancias, y tenía un interruptor de 11 posiciones para unir las señales de estos cabezales con reverb y así crear diferentes efectos rítmicos.
Para crear reverb, la unidad RE-201 emplea energía mecánica en lugar de electromagnética y eso origina los ecos. Reproducir audio en el «tanque de reverb» envía vibraciones hacia un par de muelles y eso crea sonido. Casi todas las vibraciones originales llegan hasta el final y se envían hacia adelante/ atrás dispersando el sonido y creando un suave decaimiento, usando un espacio muy pequeño para emular el sonido de vibraciones que rebotan en una gran habitación.
Una amplia oferta de «ecos espaciales»
A pesar de la efectividad de Space Echo simulando el sonido de una habitación, a finales de los 70 había otros métodos para crear efectos de echo y reverb que dieron a los ingenieros mejores opciones. En los 90, los delays digitales baratos de sonido cristalino barrieron del mapa los crudos y sucios métodos de eco de cinta. Otros tipos de echo ganaban enteros en la creación de un sonido claro y realista, pero Space Echo los superaba al crear un sonido colorista y, a veces, impredecible.
La popularidad de Space Echo conlleva un coste económico. Una unidad bien cuidada es quizá la mejor fuente para sonidos de eco de cinta, pero hay otros modos de obtener buenos y sucios delays. Delays de cinta como Echoplex, Korg Stage Echo, y Fulltone Tube Tape Echo hacen un gran trabajo, y delays como Electro Harmonix Memory Man poseen sus propios y ricos sonidos analógicos. Además, aún puedes crear tu propio delay de cinta haciendo un uso creativo de una vieja platina.
Distorsión y clipping: ¿a quién no le ha pasado? En grabaciones digitales y amplis de estado sólido, una señal de audio se representa como una señal que varía entre valores máximos y mínimos fijos. Las señales demasiado altas distorsionan. Una programación y circuitos hábiles suavizan esas fronteras a expensas de perder techo sonoro (o headroom), pero la cinta analógica posee su propia compresión y limitación.En una cinta el máximo y el mínimo son escalas no absolutas. Cuando la señal se acerca a un extremo se hace cada vez más difícil cargar la cinta, pero aún hay volumen por encima de 0dB. En términos musicales, eso significa que la compresión es más suave y se añaden armónicos.Usa Space Echo u otro eco de cinta a la máxima velocidad y sin la señal original o realimentación y crearás un efecto de compresión de cinta. El sonido de cinta de audio saturada fue esencial no sólo en las unidades Space Echo, sino en la música en general durante décadas.