Tu software DAW es compatible con archivos de audio WAV y AIFF, pero a veces surge un dilema: Te contamos peculiaridades, y al final sabrás cuál de los dos es mejor que uses…
Un hecho sí parece claro de entrada, y es que WAV y AIFF son los dos formatos más extendidos para almacenar audio, y ambos actúan como una especie de «contenedor» que aloja un tipo diferente de datos en cada caso.
Y la información extra que contiene un archivo WAV o AIFF especifica la naturaleza de dichos datos.
Los dos formatos suelen contener datos de audio sin comprimir, aunque algo que no todo el mundo conoce es que también son capaces de incluir datos comprimidos –por audio comprimido y sin comprimir nos referimos al proceso que elimina los datos «menos importantes» de un archivo, como en la codificación MP3.
No obstante, lo más normal es que no alojen datos de audio comprimidos cuando se utilizan en contextos de producción musical.
Uno u otro, WAV vs AIFF, aquí tienes la respuesta
El audio digital de un archivo WAV y AIFF admite diferentes frecuencias de muestreo (como 44.1, 48, 96 ó 192kHz) y bits de resolución (como 16 ó 24bit).
En general, cuando contienen el mismo audio digital formateado con idénticos valores en cuanto a la frecuencia de muestreo y la resolución, los archivos WAV y los AIFF suenan igual de bien.
Sin embargo, hay quien sostiene que el formato WAV es más recomendable para almacenar los archivos a largo plazo, debido a su mayor popularidad, y por tanto opciones de soporte desde la vertiente del software. Bueno, quizá esto sea cierto, pero siempre conviene comprobar los archivos con una cierta periodicidad.
Así las cosas, es posible que un archivo WAV ahorre cierto trabajo adicional en el futuro, pero los datos no estarán más seguros que en un AIFF si no estableces tus criterios de mantenimiento, comprobaciones y back-up.
Más sobre la codificación de audio en WAV y AIFF
Ambos formatos de audio, AIFF y WAV, emplean RIFF (el Formato de Archivo para Intercambio de Recursos), que a su vez se basa en datos fragmentados o chunks. De ese modo tendremos en su interior un fragmento principal de datos, un fragmento de nombre, artista, copyright, y otros metadatos, donde se almacena información relativa a una gran cantidad posible de categorías.
Y otro detalle que también suele pasar desapercibido es que tanto los formatos de archivo WAV como AIFF, son capaces de alojar múltiples canales de audio, desde uno solo como canal mono, a los dos típicos canales estéreo, o incluso audio envolvente en 5.1 canales, 7.1, o más.
Tanto AIFF como WAV almacenan la información digital como una representación matemática exacta de la forma de onda. Y se sirven del PCM (Modulación de Código de Pulso) para codificar los datos de modo que reducen las pérdidas de calidad. Mediante dicho proceso, la amplitud del audio se mide en intervalos regulares definidos por la frecuencia de muestreo, y el valor en dichos intervalos se mide con una precisión definida por el número empleado de bits.
Se obtiene entonces un flujo de datos por unidad de tiempo, tomados con más o menos resolución. Y en cuanto a la resolución en bits, los archivos resultantes siempre se pueden reducir a una cuantización más baja (paso de 24 a 16bit, por ejemplo). Y en dicho proceso surge la técnica del dithering, sobre la que te aconsejamos leer esta interesante guía práctica que publicamos con la asistencia de la marca Waves.
La resolución en bits durante la cuantización del audio suele generar más diferencias en la calidad perceptible que la frecuencia de muestreo…
La calidad de los archivos WAV y AIFF frente a su peso resultante
Al no tener pérdidas, los archivos resultantes de WAV y AIFF pueden tener un gran peso (tamaño). Ambos incluyen codificación opcional de marcas de tiempo, datos de tempo musical, y otros datos útiles, como marcadores de edición.
Y otro detalle práctico es que el formato WAV se asocia a Windows (PC), mientras que AIFF es más cercano a los Mac, ya que Apple lo propuso de hecho en 1988. Pero hoy ambos formatos son multiplataforma.
Según nuestra experiencia, la resolución en bits durante la cuantización del audio suele generar más diferencias en la calidad perceptible que la frecuencia de muestreo. Pero una frecuencia de muestreo de 48 o incluso 96kHz, garantiza una grabación muy fidedigna del sonido, y siempre es posible convertir los archivos a 44,1kHz a efectos de distribución de la música, por ejemplo.
En cuanto al extremo de 192kHz, tú decides si merece la pena el ratio resultante entre el incremento de calidad y el espacio necesario para almacenar o transmitir los archivos WAV o AIFF finales.
Con toda esta información sobre la mesa, verás que no hay diferencia alguna en cuanto a calidad u opciones prácticas, ya sea que emplees WAV o te decantes por AIFF. Eso sí, recuerda que WAV goza de una mayor popularidad.